La aparición de las monjas de Antigua – Figuras religiosas que se manifiestan.

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Introducción

En las brumas del tiempo, donde la historia se funde con el misterio, las Islas Canarias guardan relatos que desafían la razón. Entre las sombras de Antigua, en Fuerteventura, una leyenda persiste como un susurro en el viento: la aparición de las monjas de Antigua. Estas figuras religiosas, envueltas en un aura de santidad y oscuridad, se manifiestan en lugares sagrados, dejando tras de sí un rastro de inquietud y devoción. ¿Son almas en pena, mensajeras divinas o simples ilusiones de la mente? El velo entre lo terrenal y lo sobrenatural se desdibuja en este relato.

Nudo

Cuentan los antiguos que, en las noches de luna llena, las siluetas espectrales de las monjas emergen cerca de la Ermita de Antigua, un lugar bendito pero cargado de presagios. Vestidas con hábitos blancos, sus rostros permanecen ocultos bajo capuchas, y sus pies no tocan el suelo. Algunos testigos juran haber escuchado cánticos gregorianos flotando en el aire, mientras otros hablan de un frío sobrenatural que les heló la sangre al cruzarse con ellas.

La tradición oral sugiere que estas apariciones están ligadas a un trágico suceso ocurrido siglos atrás. Se dice que un grupo de monjas, pertenecientes a un convento desaparecido, fueron víctimas de una maldición tras profanar un antiguo relicario. Desde entonces, sus espíritus vagan en busca de redención, atrapados entre el cielo y la tierra. Los más viejos del lugar advierten: quien las mira directamente a los ojos, queda marcado por una sombra que lo persigue hasta el fin de sus días.

En una ocasión, un pastor que buscaba refugio al anochecer en la ermita relató haber visto a una de ellas arrodillada frente al altar, sollozando en silencio. Cuando intentó acercarse, la figura se desvaneció como humo, dejando solo el aroma a incienso y cera derretida. Otros hablan de luces tenues que flotan entre las palmeras cercanas, como si las almas de las religiosas aún custodiaran el lugar.

Desenlace

Con el paso de los años, las apariciones se han vuelto más escasas, pero no menos intensas. Algunos creen que las monjas de Antigua lograron encontrar paz después de que un sacerdote realizara un ritual de liberación en los años cincuenta. Sin embargo, los escépticos afirman que el misterio sigue vivo, alimentado por la fe y el temor de quienes habitan estas tierras.

Hoy, la Ermita de Antigua sigue en pie, testigo mudo de lo inexplicable. Los devotos que la visitan encienden velas no solo para honrar a los santos, sino también para apaciguar a las almas en pena que podrían aún merodear sus pasillos. La leyenda, como el viento majorero, perdura: un recordatorio de que en Canarias, lo sagrado y lo profano a menudo se entrelazan en un abrazo eterno.

¿Fantasía o realidad? Quizás la respuesta yace en ese espacio liminal donde la fe se encuentra con el terror, y donde las monjas de Antigua continúan su eterna vigilia, esperando a que alguien descifre su último secreto.

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