El Tesoro de la Playa de El Tancón – Botín pirata en Tenerife.

"Cuando la luna se viste de plata y las sombras alargan sus garras, se oye el crujir de las cadenas de los condenados bajo la arena."

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Introducción

En las costas de Tenerife, donde el Atlántico besa la tierra con furia y dulzura, se esconde una leyenda que ha perdurado entre los susurros de los ancianos y el eco de las olas. La playa de El Tancón, un paraje de arena dorada y rocas volcánicas, guarda un misterio que atraviesa los siglos: el tesoro pirata maldito, enterrado bajo la sombra de la codicia y la traición. Esta historia, tejida entre la realidad y el mito, habla de corsarios, espíritus inquietos y una maldición que aún hoy parece respirar entre la bruma.

Nudo

"Cuando la luna se viste de plata y las sombras alargan sus garras, se oye el crujir de las cadenas de los condenados bajo la arena."

Corría el siglo XVII cuando el temido pirata Ambrose Wyndham, un inglés de mirada fría y corazón negro, arribó a las costas de Tenerife con su nave, El Cuervo Sangriento. Tras saquear galeones españoles cargados de oro y piedras preciosas, Wyndham buscó refugio en la playa de El Tancón para esconder su botín. La leyenda cuenta que, tras cavar una fosa profunda entre las rocas, asesinó a sus propios hombres para que nadie revelase el secreto. Pero la tierra, testigo de su crueldad, no permaneció en silencio.

Los pescadores de la zona juran que, en las noches de luna llena, una figura espectral con un parche en el ojo y un sable oxidado vaga por la playa, custodiando su tesoro. Se dice que es el espíritu de Wyndham, condenado a vagar entre los vivos por su avaricia. Otros hablan de luces errantes que emergen del mar, como si las almas de los marineros ejecutados guiasen a los curiosos hacia su tumba acuática. El misterio se profundiza con los relatos de quienes han intentado desenterrar el botín: herramientas que se rompen sin explicación, voces que susurran en lenguas olvidadas y una oscuridad que parece devorar la luz de las linternas.

Desenlace

Aunque expediciones modernas han buscado el tesoro de El Tancón, ninguna ha logrado romper el velo que separa lo humano de lo sobrenatural. Algunos creen que el oro está protegido por un encanto ancestral, tejido por los guanches, los primeros habitantes de la isla, quienes consideraban sagradas esas tierras. Otros insisten en que la maldición de Wyndham persiste, castigando a quienes perturban su descanso. Lo cierto es que la playa sigue siendo un lugar de peregrinaje para los amantes de lo oculto, donde el viento parece cantar versos de advertencia en lengua canaria.

Hoy, la leyenda vive en el imaginario colectivo de Tenerife, un recordatorio de que algunos secretos no están destinados a ser revelados. Quizás, como dicen los viejos del lugar, el verdadero tesoro no sea el oro, sino la historia misma: un relato de ambición, culpa y la eterna danza entre el hombre y lo desconocido. Y así, entre la espuma y la leyenda, el espíritu de Wyndham y su botín maldito siguen esperando... quizás para siempre.

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