"Cuando la noche cubre la montaña, la luz emerge… y con ella, el murmullo de los que ya no están."
Introducción
En las brumas del tiempo, donde la memoria se confunde con el misterio, yace una de las leyendas más inquietantes de Gran Canaria: La Luz de la Montaña de El Risco. Este fenómeno, descrito como un fuego fatuo, ha alimentado durante siglos el imaginario de los habitantes de la isla, tejiendo historias de almas en pena, maldiciones ancestrales y encuentros con lo sobrenatural. Situada en las cumbres agrestes de El Risco, esta luz espectral parece danzar entre las sombras, desafiando toda explicación racional.
La tradición oral canaria ha preservado este relato, transmitido de generación en generación, como un recordatorio de que hay fuerzas más allá de la comprensión humana. Algunos dicen que es el espíritu de un pastor perdido, mientras otros susurran sobre una antigua maldición vinculada a los guanches, los primeros pobladores de las islas. Sea cual sea su origen, la luz sigue siendo un enigma que atrae a valientes y curiosos, aunque pocos se atreven a adentrarse en su territorio cuando cae la oscuridad.
Nudo
"Cuando la noche cubre la montaña, la luz emerge… y con ella, el murmullo de los que ya no están."
Cuentan los ancianos de El Risco que, hace siglos, un joven pastor llamado Antón desapareció sin dejar rastro mientras buscaba una cabra extraviada en las laderas de la montaña. Esa misma noche, los lugareños vieron por primera vez una luz tenue y fantasmal flotando sobre los riscos. Desde entonces, cada vez que la niebla se posa sobre la cumbre, la luz reaparece, como si Antón aún vagara en busca de su rebaño perdido.
Pero no todos creen en esta versión piadosa. Hay quienes afirman que la luz es en realidad el último vestigio de un ritual guanche maldito. Según esta versión, en aquel lugar sagrado, los antiguos sacerdotes encendían fuegos para comunicarse con los espíritus de sus ancestros. Un día, un hechizo se torció, y desde entonces, las llamas se negaron a apagarse, condenando a quienes se atrevieran a perturbarlas. Quienes han intentado seguir la luz relatan sensaciones de frío intenso, voces susurrantes en una lengua olvidada y una inexplicable presión en el pecho, como si una mano invisible los estuviera ahuyentando.
En el siglo XIX, un grupo de investigadores británicos llegó a Gran Canaria para estudiar el fenómeno. Armados con brújulas y linternas, se adentraron en la montaña al anochecer. A la mañana siguiente, fueron encontrados desorientados y pálidos, incapaces de recordar lo sucedido. Uno de ellos, en un acceso de terror, murmuró: "La luz nos habló". Nunca revelaron qué escucharon, pero desde entonces, evitaban incluso mencionar el lugar.
Desenlace
Hoy, La Luz de la Montaña de El Risco sigue siendo un enigma. Los científicos atribuyen el fenómeno a gases de pantano o efectos ópticos, pero los habitantes de la zona prefieren no tentar al destino. Cada año, en la víspera del Día de los Difuntos, se dice que la luz brilla con más intensidad, como si los muertos reclamaran su presencia. Algunos aventureros y cazadores de lo paranormal se acercan, pero pocos regresan sin una historia que los persiga el resto de sus días.
La leyenda perdura como un recordatorio de que, en las cumbres de Gran Canaria, lo antiguo y lo moderno se entrelazan en un abrazo inquietante. Quizás Antón sigue buscando su cabra, o tal vez los guaches aún custodian sus secretos. Lo único cierto es que, cuando el viento silba entre las rocas y la niebla desciende, la luz vuelve a aparecer… y con ella, el misterio que nadie ha logrado descifrar.
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