El Diablo de Teno Alto – Ser maligno que acecha en Tenerife.

"Cuando el viento calla y los perros aúllan sin razón, es señal de que el Diablo de Teno Alto ha despertado."

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Introducción

En las brumas de Tenerife, donde los acantilados de Teno Alto se alzan como guardianes silenciosos, pervive una leyenda que ha atemorizado a generaciones. Se trata del Diablo de Teno Alto, un ser maligno que, según los antiguos, merodea entre las sombras de los barrancos y las cuevas abandonadas. Esta criatura, más que un simple mito, encarna el misterio y el temor a lo desconocido que habita en el corazón de las Islas Canarias.

Los pastores y campesinos de la zona cuentan que, en las noches de luna llena, un espíritu oscuro se desliza entre las rocas, emitiendo un susurro que hiela la sangre. Su presencia se asocia con desapariciones inexplicables, con el eco de risas siniestras que nadie puede localizar, y con una maldición que persigue a quienes osan adentrarse en sus dominios después del ocaso.

Nudo

"Cuando el viento calla y los perros aúllan sin razón, es señal de que el Diablo de Teno Alto ha despertado."

La leyenda cobra vida en los relatos de los ancianos, quienes aseguran que el Diablo no siempre fue un ser maligno. Algunas versiones sugieren que fue un pastor condenado por su avaricia, mientras que otras hablan de un espíritu ancestral que nunca encontró paz. Lo cierto es que su figura se ha entrelazado con el paisaje agreste de Teno Alto, donde las sombras parecen moverse con vida propia.

Se dice que aquellos que han visto al Diablo lo describen como una silueta alta y deforme, con ojos que brillan como carbones encendidos. Su risa, un sonido entrecortado y gutural, resuena en los barrancos, arrastrando a sus víctimas hacia la oscuridad. Los pocos que han logrado escapar de su encuentro hablan de una presencia que paraliza, de un frío que se adhiere a los huesos y no se va con el amanecer.

Uno de los relatos más escalofriantes es el de un joven pastor que, buscando una cabra perdida, se adentró en una gruta cerca de los acantilados. Allí, encontró huellas de pezuñas quemadas en la piedra y un olor a azufre que lo hizo retroceder. Al salir, juró haber escuchado una voz susurrar su nombre desde las profundidades. Días después, apareció vagando por los caminos, demacrado y sin memoria, repitiendo una sola palabra: "Teno".

Desenlace

Con el paso del tiempo, el mito del Diablo de Teno Alto ha trascendido el folclore local para convertirse en un símbolo de respeto hacia lo desconocido. Los habitantes de la zona evitan transitar por ciertos senderos después del anochecer, y en las paredes de las ermitas cercanas aún pueden verse cruces talladas para alejar a los espíritus malignos.

Sin embargo, hay quienes afirman que el Diablo sigue allí, acechando desde las alturas, esperando a los incautos que subestiman el poder de las leyendas. Las noches de niebla espesa, cuando el silencio se rompe solo por el crujir de las ramas, los más viejos del lugar cierran sus ventanas y murmuran una oración. Porque en Tenerife, donde el mar y la montaña se funden en un abrazo eterno, algunas historias no están hechas para ser olvidadas, sino para recordarnos que hay fuerzas que el hombre no puede dominar.

Así, la leyenda perdura, tejida en el aire salobre y en las piedras volcánicas, como un recordatorio de que, en Teno Alto, la frontera entre lo real y lo sobrenatural es más delgada de lo que creemos.

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