El Barranco de Badajoz – Fenómenos paranormales y seres de luz.
Introducción
En el corazón de Tenerife, entre las abruptas paredes volcánicas que dibujan el paisaje de las Islas Canarias, se esconde un lugar envuelto en misterio y leyenda: El Barranco de Badajoz. Este enclave, también conocido como Barranco de Chimiche, ha sido testigo de fenómenos inexplicables que han alimentado la imaginación de los isleños durante siglos. Entre sus sombras, se habla de seres de luz, apariciones etéreas y una energía que desafía toda lógica. ¿Qué secretos guardan estas profundas gargantas? ¿Por qué tantos aseguran haber visto lo imposible?
La tradición oral canaria ha preservado relatos que mezclan lo ancestral con lo sobrenatural. Aquí, donde el viento susurra entre las rocas y la oscuridad parece cobrar vida, la frontera entre lo real y lo legendario se desvanece. Este artículo desentraña una de las historias más inquietantes asociadas al barranco: la de los espíritus que lo habitan y los destellos luminosos que nadie ha logrado explicar.
Nudo
Cuentan los ancianos de Güímar que, hace siglos, un grupo de pastores guanches se adentró en el barranco en busca de una cabra perdida. Lo que encontraron, sin embargo, no fue un animal, sino una puerta tallada en la roca, adornada con símbolos desconocidos. Al tocarla, una luz cegadora los envolvió, y uno de ellos, llamado Achamán, desapareció sin rastro. Los demás, aterrados, juraron haber escuchado voces que hablaban en una lengua olvidada.
Desde entonces, las historias se multiplicaron. En el siglo XX, mineros que trabajaban en las galerías del barranco relataron encuentros con figuras translúcidas, vestidas con túnicas blancas, que se desvanecían al acercarse. Algunos afirmaron sentir una presencia que los observaba desde las grietas más profundas, acompañada de un frío repentino. Otros hablaron de luces flotantes que los guiaban hacia pasadizos ocultos, solo para encontrarse de vuelta en el punto de partida, como si el tiempo se hubiera detenido.
El caso más famoso ocurrió en 1992, cuando un grupo de excursionistas aseguró haber visto a una niña de cabellos dorados cerca de una cascada. Al seguirla, la pequeña los condujo a una cueva donde el aire brillaba con un resplandor azulado. Dentro, encontraron extraños grabados en las paredes y una sensación de paz abrumadora. Pero al salir, la cueva había desaparecido, y sus fotografías mostraban solo manchas de luz sin explicación.
Desenlace
¿Son estos fenómenos producto de la imaginación colectiva, o existe algo más en El Barranco de Badajoz? Algunos investigadores sugieren que el lugar podría ser un vórtice energético, un punto donde el velo entre dimensiones es especialmente delgado. Otros apuntan a leyendas guanches sobre seres celestiales que descendían a la tierra para guiar a los elegidos. Lo cierto es que, hasta hoy, nadie ha podido desentrañar el enigma.
Los escépticos atribuyen las luces a gases subterráneos o reflejos del sol, pero no explican las voces ni las apariciones. Los creyentes, en cambio, insisten en que el barranco está maldito—o bendito—por fuerzas ancestrales. Sea cual sea la verdad, el barranco sigue atrayendo a curiosos, místicos y aventureros, todos esperando captar un destello de lo inexplicable.
Quizás, como dice el refrán canario, "hay lugares que no están hechos para ser entendidos, sino para ser vividos". Y en las profundidades de El Barranco de Badajoz, entre sus sombras y sus destellos, la leyenda sigue viva, desafiando a quien se atreva a buscarla.
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